A tan solo 12 kilómetros de Castelli, portal de El Impenetrable, chaqueño funciona “Anna, Restaurante de campo”, un proyecto que combina la oferta gastronómica de autor, la educación ambiental y la identidad regional bajo la coordinación de Alina Ruiz, cocinera, dueña del local y habitante de la zona.
El restaurante, ubicado más precisamente en la finca Don Miguel en Colonia el 44, ofrece sus servicios bajo el concepto de kilómetro cero, es decir, que se abastece de alimentos y productos provenientes de una zona geográfica cercana, en un radio menor a 40 kilómetros. Además, forma parte del circuito turístico local, apoyado e impulsado desde el Gobierno provincial para generar más opciones sustentables y ampliar el abanico de ofertas y servicios para el turismo local e internacional.
“Es un concepto donde yo genero lo que voy a ofrecer al público: no hay una carta donde vos elijas lo que vas a comer, se come lo que hay en producción y de estación en ese momento. Esto está ligado con los ciclos de la tierra, la cultura, al lugar mismo. Forma parte de una filosofía de vida de mi familia que vivió así siempre, al igual que toda la gente de la zona. Cocino con lo que tengo en la huerta”, relató Alina.
Esta filosofía de trabajo genera múltiples beneficios: reduce la huella de carbono de la producción y transporte de alimentos, promueve la agricultura local y fomenta el desarrollo de productores y proveedores locales. Al mismo tiempo, se ofrecen alimentos frescos y de temporada en el menú. Además, al apoyar a los proveedores locales, se fomenta una relación más directa y transparente entre el productor y el consumidor final.
Así, se crea una experiencia gastronómica única con los ingredientes disponibles en la finca y en el monte chaqueño, aportando una impronta gourmet: “Le damos valor agregado a lo que producimos toda la vida en esta región y a los recursos del monte a través de un menú elegante de siete pasos con vinos argentinos”, explicó la cocinera.
El lugar cuenta con ganado vacuno, además de corderos, cabras, cerdos y aves de corral como gallinas, pavos y patos. Además, tiene colmenas que aportan miel orgánica, una huerta de cucurbitáceas (zapallos, melones y sandías) y diversas variedades de mandioca.
Nacida en la misma finca donde hoy trabaja, y criada entre cultivos, animales de campo y naturaleza, Alina partió a sus 18 años hacia Buenos Aires, donde pasó por el Instituto Gato Dumas y la Escuela Argentina de Sommeliers. “Yo me fui a estudiar gastronomía porque acá no había, pero no es que me fui para quedarme. Yo usé los lugares donde se dictaba gastronomía y los diferentes cursos que hice con el único propósito de volver”, aclaró y subrayó: “Si bien me recibí en Buenos Aires, la identidad chaqueña y de la zona está en todo lo que hago. Cuando pensaba en el menú que yo quería ofrecer tenía siempre presente el lugar en el que vivo”.
WHISKY DE ALGARROBA
Recientemente, el restaurante sumó un nuevo proyecto que lo llevó a las portadas de varios medios de comunicación, entre ellos la revista Forbes Argentina. Se trata del primer whisky de algarroba del país, producido de manera conjunta entre el restaurante de Alina y el emprendedor rionegrino, Carlos Puricelli.
El producto, innovador en el mercado, utiliza restos de la molienda de algarroba. Cuenta con la ayuda y participación de mujeres de El Impenetrable que colaboran en la recolección, junto a productores y cocineros chaqueños, que trabajan de manera conjunta con especialistas en destilación de Río Negro.
“Es un proyecto que involucra a la comunidad que quiera recolectar algarroba, ya que después se la compramos, especialmente a los parajes donde yo trabajo: La Armonía, y Nueva Población, entre otros donde se trabaja con comunidades criollas y a través de la Fundación Rewilding”, señaló Alina.
La iniciativa, cuenta con un perfil basado en el desarrollo sustentable y el cuidado de la naturaleza: “trabajamos con las comunidades en materia de educación ambiental para enseñarles a lugareños y criollos que cuantos más árboles en pie haya, más cosas podremos hacer”, detalló la cocinera, quien además viene desarrollando diversas propuestas gastronómicas alrededor de la algarroba.
“Cuando descubrí qué podíamos hacer copos de azúcar de algarroba como los que se venden en los parques los empezamos a servir en un postre. Empezamos a hacer brownies, helados, y fuimos descubriendo un abanico de posibilidades en una materia prima que es de recolección, que es autóctona, y que se había dejado de lado”, relató.
Alina destacó además el apoyo del Instituto de Turismo: “Siempre tuvimos su recomendación, nos hicieron visibles como emprendimiento y como prestadores turísticos rurales”.