En la siguiente entrevista cuenta sus inicios, su visión particular de la fotografía como técnica, arte y disciplina y la intención de los nuevos talleres que comienza a dictar en la Casa del Hip Hop de nuestra ciudad.
¿Cómo empezaste en la fotografía?
Todo lo que es imagen y sonido siempre me interesó, desde chiquito. Cuando terminé el secundario intenté un par de veces estudiar Diseño de Imagen y Sonido en la UBA, pero no funcionó. No me decidía porque veía que las cámaras eran caras. Recién a los treinta años me pude comprar una cámara y ahí arranqué. Cuando me metí de lleno, me atrapó y no lo largué más. Es una de las cosas por las que realmente siento pasión, como con ninguna otra actividad.
¿Cuáles fueron los momentos más significativos de tu carrera?
Haberle hecho una foto al Papa como personaje mundial, aunque yo no sea muy católico, fue uno de los tops. Tengo muchos recuerdos de fábricas tomadas, de cortes. También cuando ligué un balazo de goma al lado del ojo en la General Paz… ese día se hizo una reunión a la tarde noche con los trabajadores y me aplaudieron. Son cosas que me guardo. El sentirse reconocido por la gente que lucha por sus derechos para mí es más importante que un premio de un museo.
¿Desde el principio hiciste fotografía social o hiciste algo de fotografía artística?
Le llamamos fotografía artística a lo que es armar la foto, poner una modelo, pensar las luces y todo eso. A mí la verdad nunca me atrajo mucho, aunque lo he hecho, la fotografía arte, fotografía de estudio. Siempre me gustó más lo improvisado, trabajar con lo que aparece, con la situación que se da. Cubrir hechos en la calle y hacer fotografía de paisaje, jugar con las luces que hay y no demasiado con acomodar focos y fondos. Me parece que la fuerza de la imagen está en extraerle, robarle algo a la realidad. Si yo armo un escenario, es como que no le estoy robando nada, estoy inventando un mundo que no existe.
¿Será cierto lo que dicen que al sacar una foto se roba el alma?
Totalmente…tengo una colección de almas. Creo que hay que saber robar el alma, no se roba así nomás en una foto. Hay que sentarse, escuchar, mirar todas las cosas que pasan antes de levantar la cámara. Hacer una foto no te asegura que le robes el alma a alguien. Y cuando digo robar el alma es poder dejar plasmado en una imagen un poco de la esencia de cada unx.
Es una construcción que se puede hacer en un diálogo con la persona fotografiada, no solo de palabras, sino de gestos y de empatía. Se va aprendiendo a esperar y aguantar el momento hasta que unos ojos te apunten y choquen con tu lente. Porque si no, si bien estás haciendo una foto, le falta algo de la mirada, no está del todo completa. Las fotos que más me gustan son las que tienen una mirada o la negación de esa mirada, la negación intencional.
Además de marchas, trabajaste en espacios sociales diversos, barrios, villas, fábricas recuperadas… ¿dónde juega el diálogo ahí?
Además de la empatía y el diálogo, el fotógrafx tiene que ser un fantasma también. Una vez que se logra la confianza tiene que tender a desaparecer. ¿Qué quiero decir? Que no registren que estás con una cámara y entonces actúen lo más naturalmente posible. Cuando lográs eso, sentís un climax, trabajás en un ámbito real, en un estado de gracia, diría.
¿Qué desafíos te presentó el trabajo en cárceles?
Ahí me encontré con un desafío que era generar imágenes en dos sentidos: uno bien de registro, tratando de ser más “objetivo”, de que se vea tal cuál como es la situación en la que viven estas personas privadas de su libertad. Pero si no le pongo una mirada subjetiva atrás, lo que yo pienso desde los Derechos Humanos y mi historia de militancia, me estaría quedando corto con lo que quiero contar.
Entonces, suelo hacer un par de fotos que juegan más con lo oscuro de las situaciones, con la poca luz, con los detalles de una mano con cicatrices…. No contado desde lo morboso, sino un relato. El uso de contraluces, fuera de foco, movimiento, son herramientas que vas a aprendiendo a usar para transmitir una sensación, un pensamiento. Manejar el lenguaje fotográfico más allá de lo que estrictamente se ve en un registro.
Se debe elegir dónde pararse en un sentido metafórico y práctico también. Si te parece que todo es lo mismo de un lado y del otro, la imagen también va a ser todo lo mismo, no va a tener un compromiso, no va a tener fuerza. Lo importante es que se pueda aprender a buscar esa foto, encontrarla y poder hacerla. Si no tomás una posición, va a ser simplemente fortuito.
En esta era del sobre registro, ¿Cómo se puede marcar la diferencia en fotografía?
Siempre cuento una anécdota. Una vez iba a empezar a dar un taller de fotos para niñxs en Villa La Carcova, en Buenos Aires. Después de la merienda, les invito y sale un nenito de siete u ocho años diciendo: “¿y quién no sabe sacar una foto?”. La verdad es que tenía un poco de razón, porque todxs pensamos que sabemos sacar una foto.
Ahora, como la foto es “gratis”, no tiene costo, abusamos de ella todo el tiempo. Nos sobrecargamos de imágenes y después no sabemos cómo valorar y cuáles deberíamos archivar y guardar para las futuras generaciones. Hacer una foto hoy por hoy es algo tan común, tan frecuente, que se perdió esa magia…no estoy diciendo que antes era mejor o peor, sino que pensemos para qué hacemos una foto, qué queremos transmitir con esa foto, qué va a pasar con esa foto después.
El viejo oficio de fotógrafx de diario ya no existe. El rol del fotógrafx, si no se reinventa, va a quedar totalmente fagocitado por esta maraña de imágenes. Y yo creo que tiene mucho para dar. Tiene que contar historias para salir de este bombardeo de imágenes instantáneas.
¿Cómo pensaste los talleres que comienzan esta semana en la Casa Chaco Stylo?
Estos espacios son de intercambio de saberes, voy con las antenas abiertas a nuevas formas de pensar la vida. El taller en sí lo pensé no como un traspaso de conocimientos técnicos, porque eso está disponible en internet, sino de una forma dinámica y más integral que no sólo apunte al manejo de la herramienta. Vamos a ver fotografías y fotógrafos, películas, cuadros, analizar textos que tengan que ver con imagen, leer algún cuento, discutir lo que es la imagen en sí. Una parte importante de práctica, pero también artística y teórica.
(Entrevista por Diana Della Bruna)