Misiones como tierra de los Pueblos Originarios. 132 comunidades mbya guaraní esperan celosos el reconocimiento de sus derechos en la Constitución provincial. Sus tierras ancestrales las debaten contra el turismo, la yerba y los monocultivos que van ganando terreno.
La comunidad Mbya Guaraní de la Provincia de Misiones ronda los 13.000 habitantes, distribuidos en 132 comunidades a lo largo y ancho de toda la tierra colorada, según datos del último censo oficial del Gobierno misionero. Hace siglos que viven en profundo vínculo con la naturaleza, nutridos de sabiduría ancestral transmitida de generación en generación, en casas modestas construidas con materiales naturales, cultivando sus propios alimentos en pequeñas huertas. Hoy estás 3.000 familias tienen como principal actividad económica de conexión con el mundo de los blancos la elaboración y venta de artesanías, con diseños característicos y materiales extraídos de la naturaleza.
A pesar de que la Ley N° 26.160 reconoció la ocupación y el uso de la tierra a distintas comunidades, los Pueblos Indígenas continúan peleando por cada porción de monte que les pertenece ancestralmente o si se quiere también, por derecho natural.
Aunque se logró avanzar en el cumplimiento de derechos para con las comunidades Mbya Guaraní, cabe preguntarnos primero ¿qué dice la Constitución Nacional sobre los derechos de los pueblos indígenas? El artículo 75, inciso 17 de la Constitución Nacional ordena respecto de los Pueblos Indígenas, “Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural”.
A nivel nacional se garantizan explícitamente sus derechos, sin embargo, en la Provincia de Misiones, aún no se logró que la Constitución Provincial reconozca la preexistencia étnica, ajustándose a lo que dictamina la Constitución Nacional.
A pesar de las abundantes trabas en el reconocimiento de sus derechos a lo largo de los años y teniendo en cuenta la demora del Estado en otorgarles los títulos legales de las tierras a las que pertenecen, y que en muchos casos han sido despojados de las mismas, existen experiencias de resistencias organizadas ante el desmonte y el avance de los monocultivos en sus tierras ancestrales.
Los trabajos sobre sus suelos y privación a los Pueblos Originarios de su uso, dejan como saldo daños irreparables para las Comunidades Mbya que ven avanzar el daño al monte nativo, así como también, atacan al único lugar donde las mismas pueden desarrollar plenamente su cultura.
Derechos indígenas vulnerados
Si hablamos de derechos indígenas en la Provincia de Misiones, resulta importante mencionar la Ley N°4.000, aprobada en el año 2003, la misma que estableció un plebiscito para que la provincia incorpore a su marco normativo la preexistencia de la comunidad mbya guaraní. Sin embargo, fue declarada caduca por el Digesto Jurídico en el año 2018 sin que se realizara este proceso de consulta popular.
De esta manera, la normativa publicada en el Boletín Oficial de la provincia establece el reconocimiento de la preexistencia étnica y cultural del pueblo indigena, garantizando así el derecho a su identidad y a una educación bilingüe e intercultural.
Al respecto, la abogada y representante de la Comunidad Mbya Guaraní, Roxana Rivas, señaló: “El avance como en todo el país es muy lento y además vamos avanzando y retrocediendo al mismo tiempo. En la provincia no se logró que la Constitución provincial reconozca la preexistencia étnica ajustándose a la Constitución nacional”.
Rivas quien acompaña hace varios años a las comunidades Mbya en la lucha por recuperar sus tierras ancestrales, resaltó: “Todavía la participación en la gestión de sus territorios es a fuerza de reclamos más que de predisposición. La educación pluricultural es casi inexistente considerando que no es suficiente que sea bilingüe pues eso muchas veces se reduce a la transmisión de la cultura hegemónica”.
El valle de Kuña Pirú: la tierra nuevamente en manos de sus nativos ancestrales
Tras 22 años de lucha incansable, en el mes de marzo del 2023, las Comunidades Ka´aguy Poty, Kapi´i Poty, Ka´aguy Mirĩ Rupa, Yvy Pytã e Yvytũ Porã, del Valle del Kuña Piru, recibieron el Título de Propiedad del territorio que ocupan ancestralmente., Ddicha tierras estaban en poder de la Universidad Nacional de la Plata (UNLP), tras haber sido “donadas” por la empresa Celulosa Argentina en 1992.
Sin duda,s hubo un avance a favor de los derechos de los Pueblos Originarios. Aunque son más de 10 las comunidades que cuentan con título registral, muchas de estas poseen reducidas hectáreas aptas para la producción, “pocas tienen lo que realmente sean tierras aptas y suficientes, a veces el número las hace suficientes, pero la calidad no las hace aptas o al revés, o sea, tenes tierras que son en cuanto a su calidad productivas y aptas, pero en su cantidad no”, señaló, Vasco Baigorri, integrante de Equipo Misiones de Pastoral Aborigen (EMiPA).
No solo la problemática de la tierra es una lucha constante para las comunidades, donde cabe recalcar que la mayoría de veces, dichos desalojos, se dan de manera violenta y autoritaria. Pero además de esto, hay familias, como las de la comunidad Yvy Porã Mirĩ, ubicada en la localidad de San Vicente, donde 29 personas que, sumado al pedido del título registral de sus tierras, exigen que el Estado cumpla con dos derechos básicos: el acceso al agua potable y atención médica.
De esta manera, más de 100 comunidades mbya continúan en el camino del reconocimiento de sus tierras ancestrales por parte del Estado provincial. A base de lucha y resistencia para recuperar el efectivo acceso a sus tierras, una situación que se repite a diario tanto en Misiones por parte del pueblo mbya guaraní, como los demás Pueblos Originarios del país.
¿Cómo afecta a los Pueblos Originarios la pérdida de sus territorios?
El conflicto por el reconocimiento legal de las tierras, que aclaran les pertenecen ancestralmente, no responde a una lógica actual, más bien deja en evidencia las falencias del Estado para atender los reclamos y garantizar el pleno derecho al acceso a sus tierras, así como también las distintas urgencias y necesidades que sortean diariamente las comunidades.
Durante muchos años, tanto la capital misionera como otras localidades, han sido lugares a los que las familias mbya guaraní se acercan a intentar vender las artesanías y otros productos que manufacturan, así como también, en muchos casos, apelan a la colaboración monetaria y voluntaria de los ciudadanos.
Resulta importante a esta altura, y en base a los derechos conquistados nacionalmente, preguntarse, ¿qué dicen los organismos provinciales acerca de la permanencia de los Mbya Guaraní en las calles posadeñas?.
Desde el Ministerio de Derechos Humanos de la Provincia de Misiones, a cargo de Karina Aguirre, en respuesta a un informe respecto a los “Planes de acción tendientes a la protección de les niñes y adolescentes de las comunidades indígenas de la ciudad de Posadas”, solicitado por el Defensor del Pueblo posadeño, Alberto Penayo, la ministra pone en consideración algunas herramientas puestas en práctica con las comunidades Mbya Guaraní.
Como bien aclara el texto, en la capital misionera no existen en la actualidad comunidades originarias, más bien, como todo ciudadano argentino, los Pueblos Originarios tienen el derecho a la libre circulación y tránsito por todo el territorio argentino.
En este sentido, con la intención de cuidar, proteger y garantizar los derechos de las infancias, cada vez que se detecta la presencia de familias, puntualmente de menores de edad, vendiendo artesanías, limones, etc, se traslada a estos del casco urbano a sus comunidades, donde según afirman desde DDHH “se les da la contención necesaria”.
Aunque en el texto no se evidencia cuáles son esas necesidades que atiende el Estado a través del Ministerio de DDHH, se podría pensar que sería la puesta en marcha del título registral de sus tierras y que estas sean aptas para garantizar la vida de las comunidades de los Mbya Guaraní.
Sin embargo,´pareciera ser que, trasladarse a Posadas para vender sus productos, no es más que parte de una estrategia de supervivencia por parte de las familias mbya guaraní que condicionados por la pérdida de sus territorios o la afectación y reducción de los recursos naturales que ésta les provee;, la capital misionera, así como para otras personas, es una posibilidad de mejorar sus condiciones de vida.
A pesar de los derechos conquistados por los Pueblos Indígenas queda aún mucho camino por transitar, en este sentido, no es menos la escandalización recurrente del Estado, ciudadanos al identificar la presencia recurrente de familias de la comunidad Mbya en las calles y plazoletas posadeñas.
Sin una tierra abundante en hectáreas para producir y con un desarrollo acelerado del sector turístico, yerbatero y maderero los pueblos originarios se ven empujados a buscar otras fuentes de ingreso para solventar a sus familias. Aparejados con esta problemática constante y con la imposibilidad de acceder a sus tierras ancestrales, trae consigo un cambio rotundo de la manera en que los Mbya guaraní subsistían tradicionalmente hace décadas atrás.
Comunidad Mbya y el turismo
En las rutas misioneras es habitual ver carteles que señalan que en estas tierras habitan herederos de los pueblos originarios: Santa Ana, San Ignacio, Loreto, Aristóbulo del Valle y Puerto Iguazú, entre otros son las zonas donde las comunidades Mbya Guaraní mantienen, sorteando todas las dificultades, su cultura.
Las empresas privadas y el propio Estado, puntualmente las relacionadas a la hotelería y el turismo, supieron hacerse eco de la cultura Mbya Guaraní y convertirla mercantilmente en oportunidades para atraer a turistas de todo el mundo. Uno de los ejes principales que acaparó el turismo es la etnicidad que le asignaron a los Pueblos Originarios, esto se remite a los estereotipos que creó el hombre blanco con respecto a las comunidades.
Sumado a esto, y doblegando la apuesta, no es menor que el número de concesiones o venta de tierras en cercanías de agua dulce, áreas de caza y de plantas medicinales, haya aumentado. Recordemos el conflicto del año 2004, cuando el Estado reconoció el 50% de las tierras conocidas como “600 hectáreas” a la comunidades Mbya denominadas: Jaú Porá, Ka´aguy ete i y Ñemingüe, mientras que las demás hectáreas forman parte de la oferta turística que ofrece la ciudad de las Cataratas.
En este sentido, pareciera ser que la pérdida de territorio y la explotación de la tierra no parece problematizar ni mover los hilos para que se garanticen los derechos a las comunidades Mbya de Misiones. No obstante, el foco parece estar puesto en revalorizar la “multiculturalidad”, haciendo caso omiso a las necesidades y aumentando cada vez más las desigualdades.