Especialistas del Conicet y de la Universidad de Buenos Aires (UBA) se refirieron al tratamiento que la Guardia Comunitaria Whasek recibió desde su creación hasta la actualidad. Mediante la elaboración de un documento, denominado “Nuevos tiempos, viejas estigmatizaciones”, la guardia Wasek en los medios”, los especialistas afirmaron que desde la creación de la Whasek en 2018, “los principales medios de comunicación provinciales la presentaron como “grupo paramilitar” y, en el contexto de la actual pandemia, se publicaron notas sobre su accionar con un tono estigmatizante y recalcando su carácter amenazador. ¿Por qué se repite el conocido y viejo recurso de los medios de comunicación de estigmatizar y presentar a la guardia Whasek como un “levantamiento indígena” que pone en riesgo la supuesta “estabilidad social”?
«Como investigadores e investigadoras sociales que trabajamos con las comunidades indígenas, queremos llamar la atención sobre diversos tópicos problemáticos observables en la forma de comunicar que, creemos, deben ser revisados en pos de avanzar hacia una sociedad respetuosa de la diversidad sociocultural en la que vivimos.
Frecuentemente, las coberturas mediáticas que se refieren a los pueblos indígenas actualizan las representaciones dominantes que retoman la dicotomía decimonónica de civilización/barbarie y, a su vez, excluyen las voces de las propias comunidades. Estos discursos hegemónicos asocian constantemente la figura del indígena a un sujeto pasivo y controlado, ligado a lo autóctono, identificado con las artesanías o rituales del pasado. Sin embargo, cuando ese sustrato “tradicional” se articula con demandas sociales y políticas, se lo presenta como desafiante a las estructuras de poder y al orden social, y se hace reaparecer el imaginario decimonónico del “malón”, falsa acusación que permea los discursos actuales.
En este sentido, en el discurso mediático, se produce una contradicción o paradoja: por un lado, los medios informan y promueven actividades “culturales” indígenas como la Feria de Artesanías en Quitilipi o las distintas presentaciones del coro qom Chelaalapi; por otro, atacan o criminalizan a la guardia comunitaria Whasek. Así, de esta manera, las demandas políticas no son narradas por las coberturas mediáticas desde la misma perspectiva y comprensión que las actividades definidas como culturales.
Por ello, instamos a dar voz a las propias comunidades y a pensar en qué medida esos mismos saberes ancestrales que se valoran y ensalzan en calidad de folclore en realidad se vinculan directamente con la posesión del territorio, y necesario reconocimiento —previsto en la Constitución Nacional y en la Constitución Provincial— de una mayor autonomía.
Consideramos oportuno, entonces, reponer el problema de la autonomía indígena en relación con los fines de la creación de la guardia comunitaria en cuestión: la atención de los reclamos —desoídos por el Estado— por el cuidado del medio ambiente, la problemática de tierras y las cuestiones de seguridad y salud derivadas del narcotráfico, entre otros.
En determinados momentos históricos existen expectativas, imágenes y representaciones de lo que es pensable o no como indígena, y éstas se basan en una sedimentada nostalgia colonial por un “otro” “verdadero” y “puro”. Sin embargo, el accionar político de las comunidades escapa a aquello que el discurso dominante espera de ellas y entonces ese discurso instala la idea errónea de que ese accionar es peligroso y promovido externamente.
Estas estructuras de pensamiento, que conducen al paradigma del “indio alzado” o del “malón”, han acarreado matanzas indígenas masivas y distintas formas de violencia estatal en el marco de un proceso genocida de amplio alcance, como las masacres de Napalpí (Chaco, 1924) y Rincón Bomba (Formosa, 1947) —por mencionar solamente dos de las más conocidas—, así como numerosos casos de violencia y discriminación contra miembros de comunidades indígenas, ocurridos en la actualidad.
Por todo lo expuesto, entendemos necesario comunicar sobre los conflictos territoriales y políticos en El Impenetrable sin connotaciones estigmatizantes y sin el uso de etiquetas como “alarmante” o “paramilitar” ni de otros calificativos que refuercen estereotipos discriminatorios. Es necesario, más bien, procurar comprender con ecuanimidad y en su complejidad los conflictos que atraviesan los indígenas del Gran Chaco, que son de larga data y que tienen como principal eje la desigualdad histórica en la que viven».
El escrito está firmado por Mariana Giordano (IIGHI-CONICET/UNNE), Raúl González (IIGHI-CONICET/UNNE, Cecilia Quevedo (IECET-CONICET/UNC), Virginia Unamuno (CELES-CONICET),María Belén Carpio (IIGHI-CONICET/UNNE), Diana Lenton (ICA, UBA-CONICET), Marcelo Musante (Red de Investigadores en Genocidios y Política Indígena), Silvia Citro (UBA-CONICET), Marisa Malvestitti (IIDyPCa-UNRN), Claudia Salomón Tarquini (IEHSOLP-CONICET), Verónica Nercesian (UBA-CONICET), Mariana Gómez (ICA,UBA-CONICET), Rodrigo Montani (IDACOR-CONICET), Carolina Soler (IIGHI-CONICET/UNNE), Florencia Tola (UNSAM-CONICET), Soledad Torres Agüero (ICA-UBA) y Delfina Magnoni (antropóloga independiente).