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El trabajo colectivo como “potencia en un mundo de crisis”

Tal como se publicó ayer, el encuentro de cooperativas culturales en Rosario dejó un plan de acción a futuro y también los cimientos para que la cultura y la comunicación se sigan discutiendo en clave de producción popular, economía social y derechos humanos. Esta es la primera crónica sobre las discusiones que se dieron y en las que este matutino participó.

El III Encuentro de Cooperativas Culturales de Rosario dejó una amplia agenda de acciones y también expectativas y debates que se empezarán a dar en las regiones. Tal como se publicó en la edición de este matutino ayer, el encuentro reunió en dos días vastas discusiones sobre el trabajo cultural cooperativo en 13 provincias y sumó la presentación oficial de su federación.

elDIARIO de la Región participó activamente haciendo un punteo de diálogos colectivos e individuales.

Sobre la necesidad de juntarse, el referente chaqueño e iniciador de la Red de Cooperativas Culturales, Francisco “Corcho” Benítez reconoció que fueron “hijos de la pandemia” por la crisis que conllevó el aislamiento y defendió la necesidad de fortalecerse como “sujetos políticos de la cultura con agenda propia”. “La Federación es la resolución de ir más allá del Estado, pero con una interlocución más fuerte (con el mismo). Carlos Massolo de la Cooperativa La Hormiga subrayó que cada cooperativa “surge de una necesidad” y que, en ese trayecto, la federación viene a defender un concepto de federalismo real “en un país aún muy unitario”. “Nos va a empezar a dar visibilidad para negociar condiciones”.

Federico Peralta, de la cooperativa La Solapa de Entre Ríos fue uno de los artífices más fuertes de llegar con esta organización al encuentro. En sus palabras se reflejaron el enorme crecimiento de relevar de 80 cooperativas culturales en 2020 a las más de 300 que ahora responden a la Red. La ayuda mutua, el enriquecimiento propio de la acción democrática de encontrarse de forma directa y también de “desencontrarse” fueron pilares de su discurso. Algo que Marianela Müller de la Cooperativa La Cultural de Chajarí sumó con el planteo de la tensión necesaria entre “la construcción de lo popular” y “las industrias culturales”. Se preguntó: “¿Cómo construir el trabajo artístico -en una ciudad mediana, algo en común con muchas otras- que trascienda el entretenimiento, con miras lo productivo con un valor simbólico y material?”.

Ludmila Fernández, de la cooperativa transfeminista Mercuria agregó la necesidad de darle a todo aporte y construcción política una mirada transversal. “Para no hablarnos entre nosotres es que decidimos formar parte de la federación”, dijo y añadió: “No sólo queremos hablar de géneros”, apuntando a una interseccionalidad.

Axel Rex Weissel, por su parte, desde la cooperativa Arqueoterra hizo hincapié en cómo entran en juego múltiples dimensiones como la de la política, la económica-productiva, la simbólica e ideológica. En ese marco, conjugó: “El trabajo colectivo puede ser una potencia en un mundo de crisis, desigualdades y crueldades”. Y es así que se debe pensar en construir “las horizontalidades y sensibilidades” de vuelta, desde cero.

En diálogo con elDIARIO de la Región, Axel subrayó a la federación como instrumento para encausar las demandas del sector. Arqueoterra como otras cooperativas suman una arista menos explorada que la de servicios artísticos o espacios culturales, las de los derechos culturales y la investigación en torno a los mismos. “Hay que seguir construyendo acciones regionales y federales para resolver nuestras necesidades de forma autogestiva e independiente”, indicó.

A través encuentros regionales, circuitos culturales y cooperativas formadoras, además de la representación dirigencial para entablar un diálogo con los diferentes estamentos estatales. “El objetivo fundante es generar trabajo y un oleaje que refuerce a las comunidades en su soberanía cultural y como derechos humanos”.

FOTOS GENTILEZA RICARDO SENA/PRIMICIAS AL DÍA

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