A partir del año 2015, la Provincia de Chaco, por la Ley N° 7.685 (luego actualizada Ley Provincial N° 2.381), adhirió a la Ley Nacional Nº 26.852, e instituyó el día 6 de enero como el «Día del Afrodescendiente Chaqueño y de la Cultura Afrolitoraleña», en conmemoración a la festividad de San Baltasar.
Se reconoce la presencia histórica y presente de la comunidad afrochaqueña, compuesta por los que en un principio fueron descendientes de esclavizados y sobrevivientes de la Guerra de la Triple Alianza, quienes migraron de la vecina ciudad de Corrientes y dejaron aportes culturales en Chaco. Entre lo que se puede mencionar los aportes al folclore regional a través del ritmo de la Charanda.
Si bien, la reivindicación de la negritud, la resistencia y la celebración del Rey Baltasar, pueden verse en distintos puntos del país, se hacen fuertemente presentes en las provincias de Corrientes y Chaco.
En el histórico barrio de gran población afrodescendiente, en la provincia de Corrientes, Camba Cuá (“cueva de negros”, en guaraní) se realiza el 6 de enero la ceremonia de San Baltasar. El barrio, ubicado sobre la costanera de la ciudad, en su momento era considerado un barrio periférico y no frecuentado por la clase dominante local. En ese entonces, tomaba el nombre de “barrio Tacurú” por la construcción de sus hogares con los tacuarales extraídos de la Punta Tacuara. La propia élite correntina fue la que, despectivamente, rebautizó al barrio como Camba Cuá. El barrio llegó a tener gran reconocimiento y ser mencionado en distintas letras musicales litoraleñas. Los murales que se despliegan por sus calles muestran el orgullo de pertenencia de la comunidad afrocorrentina. En los últimos años la zona tomó impulso urbanístico y los miembros de la élite que antes despreciaban el lugar, ahora la eligen para desarrollar sus emprendimientos inmobiliarios.
La Cofradía de San Baltasar, compuesta por alrededor de 20 familias, desde 1994 recuperó el legado del festejo popular que celebra al “santo negro”, que tuvo su auge entre 1920 y 1930. La fe de las personas devotas, la misa en honor a San Baltasar, el tradicional baile, las baterías de comparsas, los tambores y las imágenes del santo son algunas de las piezas fundamentales de esta fiesta popular que reivindica la negritud, la ancestralidad y al Santo Rey Baltasar, con un trasfondo profundamente identitario.
