“Yo hace muchísimos años vengo haciendo orquídeas in vitro. Sería hacer orquídeas dentro de frascos, dentro de vidrio”, dice el misionero, sumando que “es la única forma de reproducirla masivamente, ya que es una planta que en la naturaleza, necesita un hongo para hacer simbiosis, para poder germinar. Cada semilla tiene alrededor de entre 500.000 a un millón de semillas, pero en la naturaleza germinan de cinco a diez plantas como mucho. Porque necesitan un hongo y una temperatura exacta para su germinación”.
Para crear una planta híbrida, “se buscan dos flores distintas, no tienen que ser del mismo color, ni del mismo formato. Se mezclan, después de que uno siembra, hasta llevar al vivero, tarda entre 4 y 6 años”.
Mencionó que “si nadie en el mundo hizo esta combinación, se manda un registro a Inglaterra, donde ellos verifican los datos, que nadie haya hecho y ahí uno le puede dar un nombre ficticio”.
Hoy, en su casa, Leandro tiene más de dos millones de orquídeas en frasco. Las tiene en un laboratorio en el que probetas, tubos de ensayo y agitadores intentan replicar de forma artificial la compleja cadena de pequeños acontecimientos que tienen que suceder para que las orquídeas se reproduzcan. Cuando están listas, las introduce en el monte misionero y reestablece un delicado orden biológico clave para preservar la flora y fauna local. “Las orquídeas mantienen los ecosistemas vivos”, sostiene como bandera.
“Si en un monte por falta de lluvia o por tala se pierde esa flor, con ella se pierde también el insecto que la poliniza, con él las aves que de él se alimentan y también reptiles y otros animales”.
Si bien por su exotismo algunos ejemplares se plantan en chacras privadas para evitar robos, Martínez encabezó iniciativas para que haya orquídeas en las plazas o en espacios públicos. “Trabajamos mucho para que la gente de la ciudad entienda el valor de estas plantas. Este año plantamos más de 400 ejemplares en plazas.”, expuso.
A este proyecto, se suman otros con el objetivo de difundir la importancia de la preservación de la flora. Leandro visita escuelas y brinda charlas en distintos eventos. También impulsó la creación del día provincial del orquidéofilo y la declaración de algunas especies como monumento natural para enfatizar la necesidad de su protección y evitar que desaparezcan. “Estamos hablando de plantas que a veces están en peligro de extinción. Que pueden valer mil pesos como no tener precio. Llevarse una orquídea de esas equivale a llevarse un tucán o un jaguar a tu casa”, advierte.
