La fortísima suba de las tarifas de servicios públicos representa un gran golpe para las familias argentinas, que deben relegar consumos para afrontar la altísima disparada de los precios del agua, el gas, la electricidad y, en especial, las prepagas.
La participación de estos servicios en el gasto de las familias se multiplicó por tres o por cuatro este año, cuando los salarios subieron muy por debajo, lo que explica el fenómeno sin precedentes de que haya cada vez más trabajadores con empleos formales por debajo de la línea de pobreza.
Las tarifas de servicios como agua, luz, gas y transporte al menos duplicaron su peso en el salario promedio. Peor es el caso de los servicios vinculados a salud, que experimentaron crecimientos exponenciales que obligaron a miles de argentinos a renunciar a la atención privada para depender del sistema público.
El rubro que incluye los gastos de la vivienda, electricidad, agua y combustibles acumula un aumento del 200%, el doble de la inflación general, que llega al 101,6%.
Según el Observatorio de Tarifas y Subsidios de la UBA-Conicet, el peso de la canasta de servicios públicos en el salario (privado registrado promedio) pasó del 5,9% en diciembre pasado al 12,2% en octubre de este año.
En este porcentaje, el peso mayor es atribuible al gasto en transporte, que hoy alcanza el 42% (cuando en diciembre del año pasado era del 28%) y es significativamente más elevado respecto de los restantes servicios.
Respecto de diciembre de 2023, el costo de la canasta total de los servicios se incrementó 369% a partir de las actualizaciones de tarifas por la quita de subsidios.
Según expertos, la recuperación del poder adquisitivo tardará en reflejarse en el consumo masivo y podría complicar la salida de la recesión que el gobierno espera para 2025. (Fuente: NA)