La PolíticaÚltimas noticias

Análisis de las Declaraciones de Donald Trump

Por Julio Sotelo* y Raul Bittel**

Las recientes declaraciones del expresidente estadounidense Donald Trump generan preocupación no solo por su contenido, sino también por el mensaje político y cultural que transmiten al mundo. Resulta fundamental analizar estas propuestas y sus implicancias desde una perspectiva regional, destacando los mensajes subyacentes de exclusión y supremacía. El renombramiento del Golfo de México como «Golfo de América» y del Monte Denali como Monte McKinley no son simples cambios simbólicos. Estas decisiones refuerzan una narrativa de apropiación y exclusión que minimiza la identidad latinoamericana y la herencia indígena. Estados Unidos busca consolidarse como el centro de América, relegando al resto del continente a un rol secundario, y al hacerlo, perpetúa una visión colonialista y despectiva. En cuanto a la política migratoria, la declaración de emergencia en la frontera con México, la restauración de la política «Remain in Mexico» y las deportaciones masivas refuerzan la narrativa de que los migrantes latinos son una amenaza contaminante de la pureza anglosajona.

Estas medidas no solo deshumanizan a quienes buscan un futuro mejor, sino que también profundizan las condiciones de vulnerabilidad y perpetúan estigmas culturales. La designación de los cárteles de la droga como organizaciones terroristas, aunque podría parecer una medida razonable, resulta una acción sesgada e incompleta al no abordar el flujo de dinero que sostiene la venta, consumo y tráfico de drogas en Estados Unidos. Esto ignora un elemento clave para detener el impacto del narcotráfico en la economía estadounidense y su influencia global. Trump también hizo referencia a la supuesta recuperación del Canal de Panamá, acusando a China de controlarlo y posicionándose como el «salvador». Este discurso busca crear un enemigo común y legitimar una posible intervención estadounidense en la región, ignorando la soberanía panameña y subestimando la capacidad de autogestión de los países latinoamericanos. Esta narrativa de «nosotros, los buenos» contra «ellos, los malos» se repite de manera constante en su discurso. En el plano económico, Trump propone la implementación de aranceles contra productos extranjeros y el apoyo a la industria de combustibles fósiles. Estas medidas, aunque similares a las políticas proteccionistas peronistas, carecen de un enfoque equilibrado entre desarrollo y sostenibilidad. Mientras que países como Argentina buscaban en otros gobiernos equilibrar el crecimiento económico con iniciativas soberanas como YPF, las propuestas de Trump ignoran el impacto ambiental y perpetúan un modelo extractivista obsoleto. Además, al retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París, prioriza intereses económicos inmediatos sobre la supervivencia del planeta, mientras proyecta la idea de colonizar Marte como una «salida» para quienes puedan permitírselo. Trump parece convertir a Estados Unidos en el hegemón proteccionista del inicio del siglo XX, borrando el legado de las dos guerras mundiales y los esfuerzos reparadores de la ONU con el proceso de descolonización. Su lema «Make America Great Again» no es solo una frase electoralista, sino un plan que implica tomar lo que consideren necesario, cambiar las reglas de juego y poner en jaque cualquier principio de armonía mundial.

Otro aspecto preocupante es el reconocimiento oficial de solo dos géneros, una medida que niega los derechos de las minorías de género y refuerza una política excluyente y supremacista. Este enfoque refleja una visión binaria que busca imponer un modelo cultural hegemónico, ignorando la diversidad y las luchas por el reconocimiento de derechos. Estas políticas contribuyen al desmantelamiento de la globalización y colocan en peligro la paz mundial, especialmente al no considerar cómo se enfrentará al bloque de los BRICS, que representa la mitad de la población mundial y el 40% del PBI global. (Sin decirlo expresamente, califica a los BRICS como una amenaza.)

Todo indica que la relación de Estados Unidos con América Latina se mantendrá bajo una óptica de «metrópoli y patio trasero», agravada por la presencia de gobiernos de ultraderecha en varios países latinoamericanos. En el contexto del MERCOSUR, es esperable un aumento de tensiones en las relaciones con Brasil, considerando su pertenencia al bloque BRICS. Además, Estados Unidos seguramente se interesará por la ruta interoceánica que une Brasil, Paraguay y Bolivia con los puertos de Chile y Perú para el comercio con China.

En este escenario, resulta imprescindible que desde Argentina nos replanteemos la presencia de empresas estadounidenses en el manejo, mantenimiento y cobro de peajes en la Hidrovía Paraná-Paraguay. Este recurso es estratégico para nuestra soberanía y desarrollo regional y no debe quedar sujeto a intereses extranjeros. Las nominaciones de Trump, que incluyen a Marco Rubio como Secretario de Estado, indican que la región será una prioridad de mayor dureza en la política exterior. Esto es especialmente relevante en lo que respecta, como ya dijimos, a la migración y el tráfico de drogas, pero además a la convivencia con países que no comparten sus idearios, como Venezuela, Nicaragua y Cuba. Además, el creciente alineamiento de Trump en América Latina, Nayib Bukele en El Salvador y la familia Bolsonaro en Brasil, podría tentar a Milei y amenazar las instituciones democráticas en la región, así como poner en riesgo las libertades civiles, la seguridad ciudadana y la protección de los derechos humanos. A medida que Trump avance en su mandato, América Latina enfrenta la amenaza de un autoritarismo creciente y desafíos en derechos humanos y democracia. Muchos líderes en la región podrían ver en su administración un apoyo para sus agendas conservadoras. Es esencial que la comunidad internacional y la sociedad civil latinoamericana se unan para defender los derechos humanos, proteger las instituciones democráticas y resistir las tendencias autoritarias. En conclusión, las declaraciones de Trump no solo refuerzan una narrativa de supremacía estadounidense, sino que también promueven un discurso polarizador y excluyente que divide al mundo en «buenos» y «malos». Desde el Mercosur, debemos rechazar cualquier política que fomente la exclusión, el colonialismo y la falta de respeto por la soberanía de las naciones. Solo a través de la integración, el respeto mutuo y la defensa de nuestros valores regionales podremos construir un futuro más justo y equitativo para nuestra región.

*Parlamentario del Mercosur Mandato Cumplido – Distrito Chaco

**Parlamentario del Mercosur – Distrito Chaco

Cooperativa La Prensa

Cooperativa de Trabajo y Consumo Ltda La Prensa

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba