Derechos Humanos

Violencia de género: Baez no volvió a su casa “por miedo”

Leticia Baez, la mujer que era intensamente buscada por sus familiares y que temían por su vida, ya que padecía violencia por parte de su pareja, Julio Rodas, llegó ayer a la comisaría de Pampa del Infierno para reiterar la denuncia contra su agresor y relató algunos de los hechos de extrema violencia que soportó durante ocho años de relación. Además, dejó en evidencia la inacción de las fuerzas de seguridad y la justicia ante las agresiones que sufría y denunció en reiteradas ocasiones.

Baez se presentó ayer en la comisaría y aseguró que, tras el último hecho de violencia a principios de diciembre, estaba escondida en un hospedaje religioso en Sáenz Peña y no regresaba a su domicilio en Machagai “por miedo a que Julio tome represarías” contra ella.

Sobre ese sábado, 1 de diciembre, cuando no pudo volver a su casa en medio de la madrugada, la mujer de 32 años contó en su denuncia que todo comenzó por la tarde, cuando Rodas volvió del trabajo en estado de ebriedad y, como era habitual, la obligó a cocinar mientras la agredía verbal y psicológicamente. El resto del día continúo con las normales agresiones hasta pasada la medianoche, cundo sus hijos (de uno, dos y cinco años) dormían, salió a comprar más bebida alcohólica y regresó más violento de lo común, aduciendo que había tenido una pelea con otros hombres. Con un cuchillo, la persiguió y, mientras intentaba escapar de la casa, Baez cayó al suelo y éste le hizo “un corte profundo” en la mano derecha.

La mayor de sus hijas se despertó en ese momento, relata la mujer, ante lo que atinó a llamar al servicio de emergencias 911. Sin embargo, al llegar los agentes escucharon la versión de Rodas, que negó el ataque y responsabilizó a la mujer del corte. Le ordenaron a Baez retirarse y dejar a sus tres hijos en cuidado de su agresor.

Baez se fue hasta la ruta, al puesto caminero, para pedir auxilio. Pero recibió otra negativa. Allí, cuenta, le dijeron que nada podían hacer y que “no podían moverse”. Herida y con miedo de que su agresor “la encuentre”, durmió a pocos metros del puesto policial. Despertó al amanecer y caminó por la ruta 16 en dirección a Quitilipi y alrededor de las 10 fue auxiliada por un motociclista, que la llevó hasta Sáenz Peña y la hospedó en la casa de una familia conocida de él.

Ayer, Baez aseguró que se encontraba en “buen estado de salud”, pero dejó en claro que “tiene mucho temor de volver a su ciudad natal”.  

 

VIOLENCIA DIARIA

Y SILENCIADA

En la extensa denuncia que realizó ayer, luego de varias veces de dejar constancia de la violencia que sufre, Baez detalló una serie de hechos de grave violencia física, verbal, psicológica y simbólica que recibió por parte de Rodas. Hechos que ya había adelantado su familia cuando realizó la exposición por su desaparición el viernes.

La mujer aseguró que luego de tres años de relación y cuando se mudó al domicilio de Rodas comenzaron los ataques progresivos. “Es una persona que consume abundantes bebidas alcohólicas, todos los días desde que se levanta. Es una persona agresiva”, lo describió. Confesó que “durante los últimos años de relación recibió muchos golpes de puño”. “Siempre la arrastraba por suelo, le pegaba patadas, muchas veces con cuchillos la hirió, le pegó con palos de escoba”, indica el parte policial sobre la denuncia de la víctima, además de “las innumerables agresiones verbales que cada vez que se ponía a tomar” le propinaba.

Baez dejó sentado además que realizó varios escritos por estos hechos. Inclusive, Rodas estuvo detenido y hasta tomó intervención la Unión de Protección Integral (UPI) local, que de manera preventiva se hizo cargo de sus hijos pero hace cinco meses los entregó de nuevo a sus padres. “La casa estuvo en paz pocos días, pero en secreto sin que nadie lo sepa la agredía físicamente”, señala el informe de la Dirección de la Zona XIV.

La violencia no sólo era física y verbal, Rodas también ejercía sobre su víctima agresiones psicológica, patrimonial y económica: “Durante su último embarazo, sólo la dejó ir en dos oportunidades a los controles, la revolcaba en el suelo y le pateaba en el vientre. También, muchas veces la dejó fuera de la casa, por lo que tenía que dormir en la vereda”, indica otra parte del estremecedor relato de Leticia, que ahora espera que se haga efectiva la Justicia y pueda vivir con seguridad y tranquilidad mientras su agresor esté preso.

Cooperativa La Prensa

Cooperativa de Trabajo y Consumo Ltda La Prensa

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