La Provincia

Plotinsky: “El desafío es la integración horizontal y económica, es una deuda del cooperativismo”

En el Salón de la Reforma de la Facultad de Ingeniería de la UNNE, se presentó el libro "El dinero de los argentinos en manos argentinas". Su autor, el historiador Daniel Plotinsky, dialogó con El Diario de la Región sobre la obra que recorre los 130 años del cooperativismo de crédito y que plantea conceptos que se cruzan con el presente de manera intencional, como una invitación al debate sobre la actualidad. El libro, además de desarrollar las etapas del cooperativismo de crédito hasta la creación del único banco cooperativo, Credicoop, destaca la creación del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos como herramienta para generar el crecimiento de esa caja de crédito, hoy volcada en "trabajar el desarrollo de las nuevas formas de cooperativas, generadas luego de los 90; la integración cooperativa y la batalla cultural".  

 

Las tres etapas del cooperativismo de crédito

El historiador, editor de la Revista Idelcoop, marcó tres etapas en el cooperativismo de crédito. Sitúa a la primera, semejante al mutualismo y vinculada a los inmigrantes, extendida hasta 1928. A la segunda desde allí y hasta el 79, con 20 años de desarrollo de las cajas de crédito, en un periodo que asimila como “la edad de oro", que se extendió desde el 58 al 66, donde "las cajas de crédito llegan a manejar el 10% del total de los depósitos del sistema por fuera del sistema financiero y con la lógica cooperativa de entidades locales. Sólo en Resistencia hubo dos cajas de crédito y 7 u 8 en localidades el Chaco en la década del 60. Y se empieza a frenar cuando la dictadura del 66 toma una serie de medidas; en el 76 vuelven a hacerlo. La normativa durante la dictadura limita tanto la acción de las cajas de crédito que el salto fue crear Bancos Cooperativos Regionales". Es así que se crean 85 bancos cooperativos y en esta región el Banco Nordecoop que reúne a la caja de crédito de Corrientes, la caja popular de créditos de Resistencia y la de Roque Sáenz Peña, además de las localidades de Santa Fe, desde Laguna Paiva hacia el Norte.

Marca entre los 80 y los 90 las crisis regionales y la concentración y extranjerización del sistema financiero que empuja a muchos bancos cooperativos al cierre y a otros a la fusión. En el caso del Nordecoop, se fusiona con otros seis bancos cooperativos y forman el Argencoop. "En el 97, el Banco Central pone una normativa imposible de sostener y todo lo que queda de la banca cooperativa se unifica en uno sólo que es el Banco Credicoop donde sobreviven 117 cajas de crédito. La filial de Resistencia del Banco Credicoop es la heredera, la continuadora directa de las cajas de crédito de Resistencia. Muchas veces el banco ha ido recuperando espacios perdidos", precisó, aunque aclaró que no todos los bancos pudieron salvarse.  

 

La crisis actual y un nuevo intento de gravar Ganancias

Plotinsky reconoció que la crisis actual encuentra a Credicoop "muy sólido", aunque no así a sus asociados. "Es algo parecido a lo que pasó en los 90. Credicoop no tuvo problemas, de hecho cuando fue la crisis de 2001 fue el único Banco que no pidió descuentos al Banco Central, cunado lo pidieron hasta los bancos extranjeros. No lo necesitaba porque tenía respaldo y los asociados sabían que no se les estaba llevando el dinero, fue diferente", recordó.

Sin embargo, recalcó que se tienen en cuenta la situación que atraviesa cada asociado. “Es como lo que ocurrió con el Banco de Oberá”, dijo a modo de ejemplo, “al banco le fue mal, pero desapareció su base de socios que eran pequeños campesinos". 

"Hoy el banco Credicoop no tiene dificultades. Hoy, el cooperativismo en general pasa por dos cuestiones: le afecta las políticas económicas en tanto empresas nacionales, cooperativas de servicios públicos, de trabajo, pymes y los socios de las cooperativas. Y lo otro es este ataque del Impuesto a Ganancias que el año pasado se intentó, se pudo frenar, pero ahora llega en un momento mucho más duro", afirmó.

Aseguró que se trata de un proyecto “tramposo” en el sentido de estar dirigido “sólo a las cooperativas y mutuales de créditos y de seguros. Pero las cooperativas no tienen ganancias, tienen excedentes. Si esto ocurre, no sólo que después podrían cobrárselo a cualquier cooperativa sino que casi sería obligatorio. Es legitimarlo. Y tiene que ver con la necesidad recaudatoria pero además con una intencionalidad".     

 

Sosteniendo una consigna

Sobre el título del libro, el autor reconoce con gracia que fue acusado durante la primera presentación en Idelcom, el mismo martes del vencimiento de las Lebacs, de un “título oportunista, a lo que aclaro que se trata de una consigna de 1958. No es un invento, simplemente fue seleccionar de las consignas que marcan la coherencia del movimiento cooperativo de crédito, que sigue sosteniendo, 60 años después esa consigna, pero que sigue siendo una consigna que no ocurre. El dinero de los argentinos no lo manejamos los argentinos".

La presentación en Resistencia, además de un recorrido histórico, fue una invitación para abrir un debate hacia el presente. "El gran crecimiento del cooperativismo de crédito se da en respuesta a un cambio político- económico en 1958 que se basaba en restringir la base monetaria, exactamente lo mismo que dijo que hay que hacer el nuevo presidente del Banco Central, y tiene que ver con la firma de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional” y sus condiciones.  

 

Lo colectivo, el género y la batalla cultural 

Por fuera del tema que desarrolla el libro, Plotinsky señala dos cuestiones transversales: la identidad de lo colectivo y el género. "Hace 25 años vengo entrevistando dirigentes, funcionarios. Y aparece una identidad muy fuerte del plural, y es un plural que además viaja en el tiempo. (…) Si yo miro la Caja Popular de Villa Mitre en la década del 30 pienso que no tiene nada que ver con el Banco Credicoop. (…) Y en esa búsqueda, lo que interpreto, lo que creo ver y lo voy desarrollando a lo largo del libro es que hay una identidad de base muy sólida en cosas innegociables. Pero al mismo tiempo tiene una flexibilidad que le permite adecuarse a nuevas épocas. No se perdieron los valores y entonces hay un capitulo que habla de una identidad siempre en construcción".

En ese contexto, cita al referente más representativo del cooperativismo de crédito, Floreal Gorini, quien "en el 65, en un discurso asume: "Perdimos la batalla cultural", y plantea que no se puede seguir sosteniendo lo que hay, que hay que arrancar de cero y que debemos poner el acento en la batalla cultural".

"La batalla cultural es un concepto muy amplio pero la nuestra es apoyar a las empresas recuperadas, por lo que implican pero por el valor simbólico que tienen especialmente entre los más jóvenes. Y también lo es el lenguaje inclusivo y la cuestión de género", acentuó.

Aceptó que el movimiento cooperativo, "reconoció tarde el tema” y comentó que el año pasado, Cooperar planteó un protocolo contra la violencia de género “que al día de hoy lo firmaron muy pocas cooperativas y federaciones. Se está muy preocupado por lo cotidiano y es una trampa. Que el cooperativismo problematice el tema de género, que lo discuta y elabore una respuesta propia sería lo ideal".

"Al final del libro está la lista de los dirigentes que incluí y mujeres hay tres, no porque yo no quise entrevistar mujeres, y ese es un elemento de la batalla cultural como también el visibilizarnos más, hay gente que no tienen mucha idea y entonces el desafío es la integración horizontal, la integración económica que es una deuda del cooperativismo. Hay mucha integración vertical y poca horizontal". 

 

Un libro con lenguaje inclusivo y hecho por cooperativas

El libro recurre, a diferencia de lo que señala la RAE, al uso del lenguaje inclusivo para evitar el masculino genérico. Si bien no en todas las situaciones, a lo largo del texto sustituye con la X algunas vocales, recurso que utiliza para los sujetos que son actores centrales de la experiencia cooperativa: lxs asociadxs, lxs dirigentes, lxs funcionarixs y lxs empleadxs. "Esperamos que estas x funcionen como marcas simbólicas que nos ayuden a deshabitar las comodidades discursivas, al asumir al lenguaje como uno de los campos de disputa de las luchas de distintas minorías y grupos oprimidos por la hegemonía y el control del centro simbólico social. Finalmente, como un aspecto de la batalla cultural global de la que somos parte", plantea en el Prólogo cuando aborda las consideraciones del lenguaje en la obra. 

En cuanto a su edición, el diseño estuvo a cargo de la cooperativa de trabajo Cítrica; la corrección, de una cooperativa de servicios y la impresión, de la recuperada Chilavert.     

Cooperativa La Prensa

Cooperativa de Trabajo y Consumo Ltda La Prensa

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba
Cerrar
Cerrar